Posos de Café en Pemba (segunda parte)
Hay una danza africana, preciosa como todas, pero especialmente significativa para comprender África. Los que danzan dan dos pasos hacia delante y tres hacia atrás... Mientras suena, rítmico, el canto del Gloría cristiano que expresa la victoria de Dios sobre el sufrimiento y el mal del mundo, inaugurada en el nacimiento del niño de Belén. Si te fijas de cerca, puedes ver que los que danzan andan hacia atrás, pero queriendo ir hacia delante, porque de hecho caminan dos pasos y retroceden tres. Pero cuando miras de más lejos, te das cuenta de que en realidad están avanzando, porque ya no están en el lugar donde empezaron. Pero no sabes cómo lo han hecho. Sólo más tarde intuyes que los dos pasos hacia adelante son firmes y largos, y lo que se hacen hacia atrás son cortos. Lo más increíble es que esto se hace danzando y cantando... Es una parábola de África, de su respuesta ante el inmenso sufrimiento de la pobreza, la injusticia, la guerra... Se va hacia atrás, porque eso es lo nos hacen esas cosas, nos hacen retroceder, nos hacen perder humanidad, y sin embargo, se avanza misteriosamente, con una esperanza que nace de raíces muy profundas. Los africanos bailan, cantan, gritan de esperanza, y eso son dos pasos firmes y largos que sostienen su humanidad, para que no se pierda en el embate del sufrimiento, y se mantenga en el camino hacia delante... El adviento es cada año un grito de esperanza, un grito nuevo. Es difícil sentirlo así cuando no hay guerra ni sufrimiento en la vida... Bendita esta debilidad de nuestra humanidad que nos recuerda cómo es frágil la vida y eleva nuestro espíritu al horizonte, y nos hace desear al que viene a salvarnos, sí, bendito el fruto del vientre de aquella que lo ha hecho posible. Alguien ha dicho que le dejemos hacer a Dios en nosotros, su destrucción creativa. Como a Pablo, a Madalena, a Mateo, al leproso o al ciego,..., como tiene que suceder en cada uno de nosotros. Hago mios aquellos versos preñados de loca esperanza: "Si eres tú, el que llamas, si es tu espíritu el que habla, muéstrate ... te lo suplico ... sopla, y haz que tu vendaval, tu tormenta dentro de mí, lo ponga todo en su sitio".
Se acerca la Navidad, pero los corazones de muchos hermanos africanos, sedientos de justicia, han secuestrado la esperanza. El llanto de los niños y la sangre derramada están clamando a los cielos, como el profeta, que destilen la paz y la justicia. Dicen que no pueden celebrar mientras no estén felices. Y yo no puedo esperar de otro modo. Ya no me consuelan las luces del belén, quiero ver brillar los ojos de emoción de los pequeños! Ya no me entusiasma la magia de la navidad, sino contemplar las sonrisas de gratitud de quienes se sienten amados, esos que pensaban que no lo merecían. Ya no espero regalos, anhelo por la libertad, la paz y la justicia, los verdaderos dones de la epifanía. Por eso lloro, como el profeta, esta esperanza: "consolad a mi pueblo!, decidle que su lucha ha terminado, que su mal ha sido vencido!" Que la bendición de la debilidad de Dios nos consuele a todos! Santa Navidad de la esperanza!
Pe. Eduardo A. Roca Pemba Mozambique 5 de diciembre de 2024
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