Adviento
Hoy al volver de nuestra pequeña campaña de
navidad he escrito esto. Te lo comparto.
Hoy hemos empezado
a llevar algo de comida a los más pobres... Un pescado congelado y un poco de
arroz y legumbres. Son tantos que solo llegamos a algunas casas.
La madre de Dorita
lavaba la vacía con la arena del suelo porque no tiene jabón, mientras yo le
aguantaba a la pequeña. Ella está saliendo de la malaria pero no puede pensar
mucho en si misma.
He pasado un tiempo
después de ensayar cantos de Navidad con algún joven de la comunidad, en el
quintal de su casa, pero no tiene nada... Ella, Dorita ha cumplido cuatro
meses. Y me tiene el corazón robado.
Siento que no soy
digno de su pobreza. Y sin embargo me indigno y me lleno de impotencia... Y
siento que él solo ha podido venir al mundo para estar con ellos.
Hay algo de
sagrado, y algo de muy injusto.
En alguna casa el
abuelo no ha dejado de agradecer y nos ha cubierto de gracias... Hoy no tenía
nada...
Los niños miran con
ojos enormes... No sé cómo encajar esos ojos durante la noche. A muchos tengo
que decirles que ahora no puedo, a otros solo un poco... Y me doy cuenta que
quizás me voy volviendo pobre... Y que empiezo a entender algo que solo ellos
entienden. Que no sé qué tendré mañana...
Pero ellos entonces
están más cerca, y ahora saben que no tengo como defenderme, y que soy, más un
poco, como ellos.
Y cada día, hay
alguien que necesita que esté...
Tengo muchos
portales en Mahate... Y brillan estrellas encima de cada casa, y en cada
esquina, y hoy agradezco el calor que hace la pobreza menos dura...
Mañana no sé a cuál
seguiré, pero quizás tenga solo que dar otro paso y uno más... Y de esta casa
hasta la otra, intentando ser ese cobijo y ese descanso de Jesús aunque solo
sea un instante.
Supongo que es por
eso que ya no la vemos, a la pobreza... Porque no se puede vivir después de
verla y seguir tu camino sin cargarla contigo.
Casi no hay luces
en esta Navidad de Mahate, porque están dentro...
Hoy mis lágrimas,
sin quererlo, me han despejado la vista y he empezado a verlas, donde no era
capaz de hacerlo desde hace tanto tiempo ...
Quisiera que ya no
sea solo un instante, o unas horas, o unos días... el tiempo que me quede
sentado y aguantando en mi regazo a las pequeñas, y así descansar a sus madres.
Esa luz de dentro, la que se les derramaba fuera, me ha hecho conocer el cielo.
Y aún me suena el
estribillo del abuelo que esta tarde ha cubierto este Belén con la frescura del
agradecimiento.
Y, con todo, me
duele algo por dentro....
Posos de Adviento
Mahate Pemba
No hay comentarios:
Publicar un comentario