martes, 11 de octubre de 2022

...contra el Justo


Confabularon contra el justo, lo dejaron desnudo, golpeado y atravesado del dolor de buscar aquellos que no quieren volver a casa.

Antes lo habían enfrentado con miedo, y una copa fue testigo de su victoria.

He dicho que ya no tengo miedo a morir, pero sí lo tengo al odio, a la división y a la violencia...

Miro con los ojos fríos a la tormenta. Asustan los truenos ensordecedores y los relámpagos se suceden, pero es la lluvia la que quiere destruirlo todo.

Tengo más miedo de aquellos que no pueden entender el amor, porque su corazón se ha endurecido, y juzgan solamente por el mérito con la vara de medir que les interesa... Levantam falsos testimonios y vendem su integridad por un puñado de monedas...

De estos tengo miedo, más que de los violentos yihadistas... porque muchos de estos sólo gritan, porque no tienen nada.

De los que ya no quieren entrar en casa, resentidos por causa de la compasión, olvidados del gran regalo que recibieron, de estos sí, tengo miedo.

Han corrompido sus almas y buscan corromper a cuantos se encuentran por el camino.

Recuerdo que fueron los suyos, los judíos, los que mataron al Señor, manipulando al poder de su tiempo. Y fue uno de los suyos, al que él amó, quien lo puso en sus manos.

Un hindú mató a Gandhi, no fue un musulmán. Uno de los suyos, incapaz de compreender un mundo de amor.

Se sirvieron de un pobre ladrón para matar a Luther King, cubriendo las maquinaciones de un poder blanco amenazado por la causa cada vez más extendida de la raza negra...

Sí, me da miedo ese abismo que sin saberlo, cavan ante sus pies, hasta que ya no pueden vencer la distancia, y se quedan encerrados en aquella prisión del odio.

Miedo a que mi corazón se canse de salir una y otra vez a la puerta para decirles que los amo, que Dios los ama...

Ahora es fácil encontrar, entre los africanos, quienes siguen viendo en un blanco la sombra del poder colonial, y siguen declarándole la guerra, sin compreender porqué todavía no han dejado de ser pobres...

El gran mal es pensar que la casa de la humanidad es sólo la casa de algunos, donde otros no pueden tener cabida...

Quizás el misterio del mal tiene más oportunidades cuando no es tan patente ni manifiesto, cuando es capaz de aprovechar los sentimientos heridos y las frustraciones que la injustícia genera. Porque entonces, mucha parte del mal que sucede se viste de justificaciones...

No extraña saber que el joven que asesinó a la hermana María era hijo de Chipene, donde ella estaba hacía años...

No extraña que a veces quien moja el pan en tu mismo plato sea el que se deja seducir por un puñado de monedas.

En el fondo el terror nace en cada uno de nosotros, y solamente un contexto más saludable hace que no nos entreguemos a él. Pero es cierto que nuestra violencia es siempre destructora, aunque sea la brizna de odio que se ha colado en nuestra conciencia.

Pe. Eduardo

Mahate, Pemba

1 de octubre de 2022 

 


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