domingo, 25 de noviembre de 2012

Id al Adha, Dia del sacrificio


Es viernes y la ciudad se ha quedado parada. No sabía por qué. Sólo me decían: es Id. Sin más. Después de enterarme por mi cuenta, he sabido que hoy los musulmanes conmemoran el sacrificio de Isaac en el monte Moria y la obediencia de Abraham su padre, capaz de desprenderse de lo más amado. No he dejado de pensar: si entendiéramos todos que Abraham no obedece a Dios sacrificando a su hijo, sino precisamente por negarse a ello, al descubrir en el camino a la montaña la verdad de la voluntad de Dios. En su entorno pagano la tradición obligaba al sacrificio de los primogénitos y eso es lo que él no hizo… Un Dios de la Vida y no de la muerte es el que sale venciendo.
Los alumnos musulmanes no han ido a clase, por eso hoy no tenía. No sé decir cuántos hay en las clases, pero son muchos los que me escuchan explicar filosofía. Estos días el tema fuerte era el primado de la conciencia sobre todo lo que recibimos de fuera, incluso de las religiones. Y claro, se armó. Tenemos que vivir de razones y no de convicciones. Estas nos separan. Además porque la razón ya no está separada del afecto. Y el afecto es respeto.
El Id al Adha me parece interesante. Hoy se mata un cordero, como hizo Abraham, pero el sentido es para dar de comer a los pobres: se hacen tres partes, una para la familia, las otras dos para los pobres, los pobres musulmanes y los de otras religiones. No es posible que haya nacido para matar la vida una religión que mira a los pobres.

Mis alumnos son adultos, en cada clase se produce un pequeño milagro, se reúnen para aprender a ser, cristianos y musulmanes, y también algún que otro a-religioso (más conectado al sistema imperante de ideología comunista y atea). No sé si esta oportunidad se dará en otros foros… Me obliga a ver a Dios más allá de Dios, si es que eso se entiende. Intento descubrir lo que puede unirnos, lo esencial, aquello en lo que todos somos sencillamente lo que somos. Algo de eso esencial es la pobreza. Aquí es fácil verlo, hace más hermanas a las personas, todos estamos abajo, desde abajo todo el universo es tuyo. Tengo que preguntarme a menudo si de verdad estoy abajo, esta ha de ser mi penitencia.
Casi no he bebido café estos días. Como suponía aquí no es costumbre. Pero la intensidad de mi vida sigue dejando posos. Llevo conmigo desde el primer día el poso del viento, esa brisa marina que casi no para, hace que me regocije con el Espíritu y me permite vivir agradecido. Todavía no conozco a muchas personas porque es poco el tiempo que llevo en Pemba y desde aquí no hay demasiadas posibilidades. Espero poder acompañar muy pronto una comunidad que sea como la brisa fresca del mar, todos los días.

La ciudad es tranquila, se extiende por kilómetros, y verde, muy verde, tanto que casi no se distingue. A un lado y al otro, el mar. Vivo en el barrio cristiano y en la antigua ciudad colonial, las casas de los portugueses no esconden el paso de los años, a las calles les sobran baches y agujeros. En esto debe haber poca diferencia en todas las ciudades africanas pero no encuentro el contraste tan agudo que había en Angola, demasiado ricos y demasiado pobres. Parece que las personas han igualado más sus posibilidades. Eso hace que la pobreza se extienda mucho más y no pueda verse tanto su frontera. Pero esa pobreza es buena, es santa. Aunque sea dura.
En Angola las fronteras entre los pobres y los ricos son demasiado visibles. ¿Petróleo y diamantes? Seguramente. Ahora también aquí hablan mucho de megaproyectos, sobre todo por esa bolsa de gas natural que han descubierto y que ya han empezado a explotar. Algunos tienen ese tono de voz de quien parece que ha descubierto la solución de todos los males. Pero a mí me da miedo. Los acuerdos políticos se firman cada día con las multinacionales y pienso: ¿por qué estamos tan ciegos? Miro a la vieja Europa desde aquí y sólo veo el fantasma del bienestar que dice estar vendiendo, un fantasma que acabará por someter la felicidad y la convivencia pacífica de los pueblos.

Me gustaría poder ver otras cosas, pero hoy no las veo. Me daré tiempo, seguro que más adelante descubriré matices que ahora se me escapan…

Hoy las oraciones desde los minaretes han sido más tempranas, por eso ahora no los oigo. Es id al Adha, una fiesta de agradecimiento de los que han peregrinado a la Meca, pero todos los musulmanes la celebran y miran a los pobres. Por ahora es lo único que me importa. Un Dios que mira a los pobres no puede mentirnos.
Posos de café en Pemba, 25 de Octubre de 2012

1 comentario:

  1. El Dios de la Vida se va abriendo caminos desde siempre.A mis ojos y a los de muchos parece que ese acontecimiento sea lento y en ocasiones, doloroso, aunque real.

    Cuando se habla del primado de la conciencia sobre todo lo que recibimos de fuera, incluído religiones, en toda ciudad, siempre surge el escándalo, el alboroto...pero no va mal, se depositan semillas de razón y afecto que, a veces, florecen...ronda en la mente ese atrevimiento a dar pasos hacia la Verdad, hacia lo latente. Trabajemos la memoria, no suframos por el asombro.

    La razón unida al afecto es como una caricia y esta unida a la ternura son la base del camino.

    Las tres religiones abrahánicas son diferentes paisajes que nos llevan a Dios...libres de ideologías, claro...

    " Ver a Dios más allá de Dios " o la única forma de ver a Dios...en la humanidad, en lo que nos hace hombres, en lo que nos une, sin juicios, en la comprensión, en la compasión, en lo que nos hermana, en lo que permite una vida digna, en el compartir, en el alentar, en el escuchar, en ver los dones para que desaparezcan los defectos...y por supuesto, en la pobreza. Tanto para ver si se desea...

    En Europa hay muchos fantasmas. El del bienestar, instaladísimo. El del individualismo, el de los juicios. Algunos nos agarramos a las fuentes que Dios dispone y regala, si se quiere. Algunos se atreven a dar pasos... pequeños núcleos desde el silencio. Personas que mantendrán una vida pacífica, respetuosa, libre y amorosa.Personas que buscan lo esencial, enamoradas de Dios.

    Somos eslabones, siempre, si se desea. Podemos ver el Puente o hacer que no lo vemos. Si lo vemos podemos ayudar a que lo vean otros que no ven...no hay más. Así el Reino se acerca.

    La brisa que te envuelve anuncia tu comunidad. Tienes el mar, amigos, hermanos...

    Por aquí veo nacer una Iglesia que me enamora...voy a mimarla y acompañarla...es abierta, acogedora y libre, tiene heridas que no le importan pues le encanta compartir, abrazar y sueña con un lugar que a veces acaricia realmente.

    Abrazos...

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