De mis encuentros con Sheik Bacar
Mientras le hablaba de mis problemas con algunos de la comunidad, de esos que nunca faltan, Sheik Bacar me contó esta historia...
Moisés bajaba del Sinaí y se encontró al diablo con una cesta de pan.
Al verlo, Satanás hizo ademán de huir de tan grande adversario. Pero Musa, como es conocido Moisés en el Islam, lo detuvo y preguntó: qué llevas ahí?
Pan, dijo el diablo, obediente.
No tiene buen aspecto, respondió Musa, y preguntó: ese pan de colores te facilita el trabajo?
Había en la cesta panes negros, verdes y rojos.
A regañadientes, el diablo respondió:
Los panes negros son los que más se comen, dijo, son los panes de la envidia... pero esos se los doy a las personas de Dios, a los sacerdotes, pastores, imanes y rabinos, lo comen en abundancia, y se matan entre ellos, es mi mejor arma contra los creyentes.
Los verdes son los panes de la ambición y la codicia, y esos tienen mucho éxito entre los comerciantes. Con solo un poco se olvidan de vosotros, los santos y los profetas, con rapidez, no necesito esforzarme mucho.
Los panes rojos se los voy a dar a comer a tu pueblo, dijo el diablo, son los panes de la falsedad y la mentira. Verás cómo alaban a Dios mientras roban y matan, cómo se visten de verdad los que vencen con la mentira...
Y Moisés, cargado con aquellas grandes losas de piedra, mientras descendía del Sinaí, sintió un peso enorme de repente, y rezó en silencio, pidiendo un pan que bajase del cielo para vencer al mal sobre la tierra.
Para quien no toma cuidado, comer de estos panes acaba decidiendo su vida, y lamentablemente, malográndola. Pero es que además es muy fácil descuidarse... Y sin darte cuenta estás comiendo un pan que te enferma. Darse cuenta de lo mal alimentados que están otros es fácil, cuesta mucho más reconocerlo en uno mismo.
Me han vuelto al recuerdo aquellas palabras sobre la compasión... Quien no reza por las serpientes todavía no ha llegado al amor de Dios... O cuando el cestero le dijo al monje que pedía a Dios ocupar el lugar del castigo de los pecadores... O aquel otro que no quiso entrar en el paraíso hasta que todos estén dentro y ningún ser humano se quede fuera...
Y hay algo de esta compasión que se nos escapa, algo que es de lo más íntimo de Dios...
Cada día me voy haciendo más consciente de la historia de salvación que tengo que vivir, encarnándome aquí, muriendo aquí, resucitando... Esto no lo veía tan claro, como ahora... Encerrado aún en el juicio de mi corazón. Sin descubrir la libertad de los últimos... el pan que levanta y colma de bienes.
He pasado mucho tiempo sufriendo por una dignidad que me parecía la tienen que dar los otros, quienes siguen expoliando y descartando a los pobres, por cualquier motivo... Y he perdido tantas oportunidades de experimentar el gozo de la vida, entre los pobres. Porque yo mismo pensaba que esta no es una vida digna...
La humanidad es digna porque es una experiencia de Dios, donde está, en cualquier parte, no porque responde a nuestra medida.
Estos espíritus que somos haciendo una experiencia encarnada... tienen la misión de realizar una historia de amor en el tiempo y el espacio que les han dado.
No hay nada más allá, nada sube a Dios sin la carne de la historia.
Esto que vivo un poco me hace exultar de gozo, porque comprendo la gracia que se me ha dado...
Y vivirlo, profunda y contemplativamente, es toda mi misión.
Este pan bajado del cielo, es el que Moisés pidió y Dios hizo llover para su pueblo, es el pan que tengo en mis manos pobres y llenas de llagas...
Ahora sé que quien come de él ya no tendrá hambre.
Aunque no lo parezca, la historia de estos olvidados del mundo, es la historia de Dios...
Septiembre 2021
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