La verdadera vida, se intuye al final, está más allá, está donde ellos se dirigen. Y permanece oculta, prohibida para nosotros, los telespectadores. Permanecemos con la mirada perdida, con el gusto amargo de la muerte injusta, nos gustaría una continuación, hacia el paraíso soñado... Pero el director nos la prohíbe.
Quizás con la intención de gastar un último cartucho. Una desesperada última oportunidad, para que pensemos... Y cambiemos la dirección de nuestras vidas.
Pero quizás esto sea algo que yo deseo, únicamente eso, un deseo desesperado cuando ya no hay remedio.
Se podría pensar que muchos no seguirán río arriba en aquella barca, engañados por nuestras promesas vacías, e intentarán llegar una y otra vez a nuestras costas. Pero muchos más, los que han conocido la verdadera vida, podría ser que estén escondidos a nuestros ojos... Que estén lejos de nuestra calculadora comprensión y que a nosotros se nos esté privando de la verdadera vida.
Se podría pensar y podría ser...
Es justo preguntárselo:
No hay otra posibilidad?
Una parte de África muere nuestra misma muerte. La muerte del océano de la indiferencia. Pero es posible que muchos vivan, más allá de donde somos capaces de ver y medir, más allá de lo que pretendemos y esperamos usar.
Entonces, no hay ya ninguna posibilidad?
Tan solo intuyo una respuesta.
Para mí, la de intentar cada vez que llego a África subirme a esa barca y adentrarme un poco más hacia la verdadera vida. El precio es el de desprenderme de todo...
Para otros, no lo sé muy bien, pero quizás hacerse costa, para que puedan llegar aquellos que todavía no han comprendido el engaño y han sobrevivido al océano. Pero hacerse costa es renunciar a lo propio, abrirse a lo otro sin cesar... Sin poder cerrar nunca ese puerto conscientemente abierto y sin poder evitar que lleguen los otros... Sin la libertad de poder decidir quién será el que llegue...
Es posible que así, manteniendo esa actitud, una vez que nuestros pies hayan llegado a su destino, se abra ante nosotros la puerta de los benditos del padre...
Puede ser que sea tan fácil como esto. Puede ser que sea tan difícil... Todo está en la manera que escojamos para mirar al mundo y a los demás. Es esta mirada la única dificultad, el único obstáculo...
Pues allí está el reino, allí está el tesoro, dónde están nuestros ojos y nuestro corazón.
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