viernes, 14 de diciembre de 2018

Adviento



Adviento


Hoy al volver de nuestra pequeña campaña de navidad he escrito esto. Te lo comparto.
Hoy hemos empezado a llevar algo de comida a los más pobres... Un pescado congelado y un poco de arroz y legumbres. Son tantos que solo llegamos a algunas casas.

La madre de Dorita lavaba la vacía con la arena del suelo porque no tiene jabón, mientras yo le aguantaba a la pequeña. Ella está saliendo de la malaria pero no puede pensar mucho en si misma.
He pasado un tiempo después de ensayar cantos de Navidad con algún joven de la comunidad, en el quintal de su casa, pero no tiene nada... Ella, Dorita ha cumplido cuatro meses. Y me tiene el corazón robado.

Siento que no soy digno de su pobreza. Y sin embargo me indigno y me lleno de impotencia... Y siento que él solo ha podido venir al mundo para estar con ellos.
Hay algo de sagrado, y algo de muy injusto.
En alguna casa el abuelo no ha dejado de agradecer y nos ha cubierto de gracias... Hoy no tenía nada...
Los niños miran con ojos enormes... No sé cómo encajar esos ojos durante la noche. A muchos tengo que decirles que ahora no puedo, a otros solo un poco... Y me doy cuenta que quizás me voy volviendo pobre... Y que empiezo a entender algo que solo ellos entienden. Que no sé qué tendré mañana...
Pero ellos entonces están más cerca, y ahora saben que no tengo como defenderme, y que soy, más un poco, como ellos.
Y cada día, hay alguien que  necesita que esté...
Tengo muchos portales en Mahate... Y brillan estrellas encima de cada casa, y en cada esquina, y hoy agradezco el calor que hace la pobreza menos dura...
Mañana no sé a cuál seguiré, pero quizás tenga solo que dar otro paso y uno más... Y de esta casa hasta la otra, intentando ser ese cobijo y ese descanso de Jesús aunque solo sea un instante.
Supongo que es por eso que ya no la vemos, a la pobreza... Porque no se puede vivir después de verla y seguir tu camino sin cargarla contigo.
Casi no hay luces en esta Navidad de Mahate, porque están dentro...
Hoy mis lágrimas, sin quererlo, me han despejado la vista y he empezado a verlas, donde no era capaz de hacerlo desde hace tanto tiempo ...
Quisiera que ya no sea solo un instante, o unas horas, o unos días... el tiempo que me quede sentado y aguantando en mi regazo a las pequeñas, y así descansar a sus madres. Esa luz de dentro, la que se les derramaba fuera, me ha hecho conocer el cielo.
Y aún me suena el estribillo del abuelo que esta tarde ha cubierto este Belén con la frescura del agradecimiento.
Y, con todo, me duele algo por dentro....

Posos de Adviento
Mahate Pemba