sábado, 10 de diciembre de 2022

Aprendiendo la impotencia...


Mientras rezo este domingo de Cristo Rey, me viene al corazón que esta del poder debió ser la peor tentación de Jesús.

Lo absurdo es que también sea la nuestra, porque en nosotros nada se puede erigir en poder sin que te conviertas en un hazmerreír.

Quizás Jesús tuvo la opción, al nacer humano, de poder dar al poder otro contenido, quizás él tuvo la opción de no ser Dios y de negarse al amor al que Dios no puede negarse. Quizás ese sea su testimonio, el escoger siempre, sin desfallecer, identificarse con el amor, y al hacerlo así, en todas sus elecciones, llenar su libertad del único contenido que ella merece. Quizás por eso, su resurrección, fue la transustanciación de su libertad en amor, una posibilidad de divinización para todos nosotros.

Me gusta pensar que Jesús es quien hizo a Dios ser Dios, pero también que él podría haberlo estropeado todo... Podría haber hecho que nunca conociésemos quien es Dios en verdad. Sólo tenía que negarse a amar...


Estos días le doy vueltas a la impotencia... Me doy cuenta que era una asignatura que tenía suspendida. Ahora tengo que hacer de nuevo el examen... Siempre creí que el no poder tenía que ver con la falta de esperanza, y quizás por eso intenté siempre poder... Hay tanta humanidad en juego! Y aunque sabes que no eres Dios, haces lo imposible para remediar un poco el sufrimiento que tantos traen a tu puerta, y se nos debe colar alguna prepotencia, sin que nos demos cuenta...

Ahora descubro cada día un poco más que es más una cuestión de humildad, que decir no puedo no debería ser el drama que siempre me provoca, porque no soy yo quien dirige el hilo de la historia.

Pienso que tantas veces he visto la falta de compromiso con los demás que no quiero que suceda conmigo... Al final es más fácil decir que no puedes, se te quita tanto peso de encima...

Y sin embargo es lo más difícil que me ha pasado. Por detrás de mis decisiones quizás esté ese profundo deseo de ser amado... La pregunta es si tendría que ponerle límites a mi libertad que busca el amor.

Como si Jesús midiese en su entrega, aceptando unas consecuencias y rechazando otras... Pero no me parece que sea así.

Cada uno tiene que hacerlo solo... Hasta donde el corazón le lleve, pero sabiendo lo fácil que es creerse alguien...


También me he dado cuenta que para quienes ya están dentro, en esta historia de humildad, el no poder es comprensible... Te ayudan a entender que  no es por eso que el amor ama, y no es porque puedes que eres amado. El amor verdadero ama más al que no puede... Lo único que cambia es como va creciendo nuestro mundo de amados, porque lo que sí no puede hacer el amor es parar de crecer...


Pe. Eduardo

Domingo de Cristo Rey 2022  




sábado, 29 de octubre de 2022

De mis encuentros con sheik Bacar 6

 

De mis encuentros con sheik Bacar 6

Hace ya unas semanas que me persiguen los demonios. Siempre vuelven cuando tenemos la casa limpia y ordenada, bajamos la guardia para descansar y se nos cuelan con la autosuficiencia. Vuelven, con otros siete...

Es importante no bajar la guardia en esto de la responsabilidad. Un joven rey de los tiempos del profeta Mahoma dormía plácidamente al medio día, mientras los sirvientes, preocupados, pretendían entrar y avisarle de una inesperada visita. Una y otra vez volvían a la antesala, pues se trataba de una visita importante, pero ninguno se atrevía a interrumpir el descanso de su señor. En la antesala jugaba sobre la estera, el pequeño heredero de cinco años que no comprendía la aflicción de los sirvientes.

Entonces, cansado de tantas idas y venidas, el pequeño decidió por su cuenta despertar a su padre.

Padre, despierta! No puede dormir el padre mientras los hijos tienen hambre!

No nos ha sido dada una vida tranquila... Vivir desde la responsabilidad es vivir preocupado. La preocupación por todas las almas, decían los maestros. Puede ser que los demonios aprovechen con los que se preocupan poco, o cuando el sueño nos vence y las descuidamos... Cuidar tener una vida preocupada por las almas... Debe ser esto.

Gracias a Dios, cuando nos despreocupamos, también nos queda camino. El profeta de Dios era un hombre sin odio, trabajado en la disciplina interior de no dejarse llevar por las pasiones, el verdadero sentido de la yihad. Cuentan que un vecino descontento solia ir todas las mañanas y hacer sus necesidades mayores delante de la casa del Profeta, antes de que se abriesen las puertas. Así lo hizo por mucho tiempo, hasta que un día dejó de hacerlo. Ese día el Profeta salió como de costumbre,  ya con la primera luz del día, a barrer el suelo. Preocupado, al no encontrar lo acostumbrado, buscó a los sirvientes y pidió que lo acompañasen hasta la casa del vecino, para entender qué había sucedido a alguien tan fiel a sus necesidades. Tras el saludo de costumbre, el Profeta preguntó qué había cambiado ese día. Una exclamación siguió al comprender la razón de aquella visita insigne: Entonces usted siempre supo que yo hacía eso? Por supuesto, respondió el profeta, y ya me había acostumbrado a limpiarlo todos los días, por eso hoy me quedé muy preocupado...


En lo cotidiano brilla la santidad, en nuestras reacciones más humildes de la vida de cada día. Quizás todo depende, al fin y al cabo, de nuestra fidelidad a las pequeñas bondades de cada día, las que no dejan entrar a los demonios... Cuenta el sabio Hampate Ba, que si no soltamos pájaros del mal, nunca saldrán de nosotros, y si nos empeñamos en lanzar los pájaros del bien, aunque sean pequeños, estos siempre volverán a sus nidos, y nacerán otros, y cada vez serán más sus nidos y sus bondades, en nosotros... No dejar salir el mal que ya está en nosotros, no dejarlo crecer, hasta que se extinga totalmente, mientras se ensancha de bondad nuestro corazón, hasta que ya no soporte tanta luz y se derrame por doquier... Hasta que ya no haya oscuridad en nuestro mundo.


Pe Eduardo

Pemba 27 de octubre de 2022  




martes, 11 de octubre de 2022

El lujo de la silla


El lujo de la silla

A veces me despierto en la realidad y veo mi cara de tonto por encima de tantos prejuicios de europeo acomodado que sigo manteniendo...

La encarnación es un despojamiento, no es una ascensión... Y aunque lo sabes, no acabas de creerlo, y no es fácil vivir sin asideros.

Creces en el triunfalismo, en la constante tensión hacia lo que está más arriba, y buscas huir de la humildad de la tierra...

Luego te das cuenta que en esto del evangelio no tienes donde reclinar la cabeza... Ni los nidos de los pájaros podemos esperar.



   Me miran con aquellos ojos, con aquel rictus incomprensible, de quien no entiende nada de lo que dices o haces... Pero haciendo un esfuerzo para entender. Por decir que podríamos sentar a los jóvenes en las esteras en el suelo sin terminar de la iglesia nueva, mientras hacemos la oración por la paz.

Pienso en cómo me gustaba de joven sentarme en el suelo, en tantos encuentros... Ahora sé que siempre había una silla para mí. Pero si nunca hubiese habido sillas en mi casa, me seguiría gustando sentarme en el suelo? Seguramente preferiria sentir aunque fuese sólo un corto espacio de tiempo qué significa sentarse en una silla.

Por eso me miran extrañados, despues de tantos años y parece que llegué ayer, y todavía no conozco África.

Hoy, quien más quien menos también en África tiene una silla, dicen. Pero no es verdad, en las casas más pobres solo hay esteras, quien puede tenerlas...

Cómo no van a querer una silla para cada uno, los que pocas veces han disfrutado de una...

De nuevo mis esquemas se imponen, y son tan míos que no consigo distanciarme. Quisiera que todos entendiesen lo sensato que es lo que yo pienso, y en ello se va mi energía... infructuosamente. No me doy cuenta de cuán importante es suspender tu juicio y abrirte al otro, a la experiencia del nuevo nacimiento... Porque es así, en el encuentro con cada uno ganamos o perdemos la oportunidad de nacer de nuevo.

Es importante lo de los prejuicios, a veces son una lepra y es esencial que me dé cuenta de ellos y que no pare de caminar...

Sólo puedo pedirselo a Dios, darme cuenta de mis prejuicios y de mi ingratitud. Son el asidero que nos hace sentir un suelo firme. No te das cuenta pero es la enfermedad la que consigue que las atenciones de los demás te afirmen en la devastación de tanto sentido de nuestro mundo. Al fin y al cabo lo que importa es que yo sea alguien para los demás.

Y quizá sea esto lo que hace que hasta la lepra me sirva de algo, aunque sea al precio de quedarme ciego para siempre, de vivir enfermo.

Darse cuenta es aceptar la dependencia que te constituye, la radical indigencia de ser recibido... porque sólo la gratitud expresa lo mas genuino de la humanidad. Esta dependencia es la salud, la salvación... ahora me doy cuenta que tanta autosuficiencia se construye de prejuicios.

Cada dia tengo que volver a los pies del maestro, para decirle gracias por curarme también hoy, por hacerme vivir en el recuerdo de lo que me salva en verdad, por hacerme reconocer la maravillosa libertad de mi fragilidad y mi dependencia... la libertad de ser un hijo...

Poder sentarme, junto a los demás, para pedir paz, perdón, pan y amor, es lo único que importa. Y hacerlo cada dia, después de otro trecho de camino, cuando llega la hora del merecido descanso, hasta que los pies, aunque sea a pasos lentos, vuelvan a ponerse en marcha.

Pe Eduardo

Mahate, Pemba

10 de outubro de 2022 




 

...contra el Justo


Confabularon contra el justo, lo dejaron desnudo, golpeado y atravesado del dolor de buscar aquellos que no quieren volver a casa.

Antes lo habían enfrentado con miedo, y una copa fue testigo de su victoria.

He dicho que ya no tengo miedo a morir, pero sí lo tengo al odio, a la división y a la violencia...

Miro con los ojos fríos a la tormenta. Asustan los truenos ensordecedores y los relámpagos se suceden, pero es la lluvia la que quiere destruirlo todo.

Tengo más miedo de aquellos que no pueden entender el amor, porque su corazón se ha endurecido, y juzgan solamente por el mérito con la vara de medir que les interesa... Levantam falsos testimonios y vendem su integridad por un puñado de monedas...

De estos tengo miedo, más que de los violentos yihadistas... porque muchos de estos sólo gritan, porque no tienen nada.

De los que ya no quieren entrar en casa, resentidos por causa de la compasión, olvidados del gran regalo que recibieron, de estos sí, tengo miedo.

Han corrompido sus almas y buscan corromper a cuantos se encuentran por el camino.

Recuerdo que fueron los suyos, los judíos, los que mataron al Señor, manipulando al poder de su tiempo. Y fue uno de los suyos, al que él amó, quien lo puso en sus manos.

Un hindú mató a Gandhi, no fue un musulmán. Uno de los suyos, incapaz de compreender un mundo de amor.

Se sirvieron de un pobre ladrón para matar a Luther King, cubriendo las maquinaciones de un poder blanco amenazado por la causa cada vez más extendida de la raza negra...

Sí, me da miedo ese abismo que sin saberlo, cavan ante sus pies, hasta que ya no pueden vencer la distancia, y se quedan encerrados en aquella prisión del odio.

Miedo a que mi corazón se canse de salir una y otra vez a la puerta para decirles que los amo, que Dios los ama...

Ahora es fácil encontrar, entre los africanos, quienes siguen viendo en un blanco la sombra del poder colonial, y siguen declarándole la guerra, sin compreender porqué todavía no han dejado de ser pobres...

El gran mal es pensar que la casa de la humanidad es sólo la casa de algunos, donde otros no pueden tener cabida...

Quizás el misterio del mal tiene más oportunidades cuando no es tan patente ni manifiesto, cuando es capaz de aprovechar los sentimientos heridos y las frustraciones que la injustícia genera. Porque entonces, mucha parte del mal que sucede se viste de justificaciones...

No extraña saber que el joven que asesinó a la hermana María era hijo de Chipene, donde ella estaba hacía años...

No extraña que a veces quien moja el pan en tu mismo plato sea el que se deja seducir por un puñado de monedas.

En el fondo el terror nace en cada uno de nosotros, y solamente un contexto más saludable hace que no nos entreguemos a él. Pero es cierto que nuestra violencia es siempre destructora, aunque sea la brizna de odio que se ha colado en nuestra conciencia.

Pe. Eduardo

Mahate, Pemba

1 de octubre de 2022 

 


sábado, 1 de octubre de 2022

Abierto...el Cielo

 

Pequeñita, como una muñeca, dormida en el regazo de su madre, acariciando con su sueño este mundo de claroscuros. Con tan sólo unos días respirando el aire salado que el calor ya ha empezado a regalarnos. Jonelcy ha sido presentada a los vecinos, y como la moneda perdida, la abuela no dejaba de contagiar alegría... Alegraos! Sí, alegraos conmigo! Porque encontré la moneda perdida!

La abuela Isabel creía que no vería una nieta, de sus tres hijas solo le habían llegado niños... No se sentía completa sin una niña, como la mujer que perdió una moneda.

Barrió toda la casa, mientras levantaba al cielo avemarías, una y otra vez, cada día, hasta que Dios le ha hecho esta misericordia.

Nos adentramos en las calles del barrio de la Hacienda, como lo llaman, por sus calles sin asfaltar, secas y polvorientas en este tiempo de cacimbo. En una intersección, la del Tudo muda, esperé a la hija pequeña de la abuela Isabel para guiarme hacia dentro. El color de una casa o su tamaño, o una frase pintada en otra, o un viejo baobad, incluso la chatarra de un camión, se convierten en África, en esas referencias fundamentales que necesitas para orientarte, donde no hay calles todavía... Con el tiempo, como el Tudo Muda, acaban siendo la única referencia para localizar los lugares y llegar a ellos sin perderte inexorablemente. Para quien no vive aqui es mejor no adentrarse en las barriadas enormes de las ciudades africanas.

No sabia muy bien a qué iba, pero le prometí a la tía que estaría presente y celebraría con ellos. Fue una sorpresa encontrar a las amigas y vecinas de la abuela Isabel en el patio de su casa en construcción... Las había llamado para celebrar que había encontrado su moneda perdida, y me había llamado a mí para bendecirla.

El patio estaba preparado, con las esteras, un bidón usado de aceite que había de servir de batuque, una pequeña mesa, una capulana nueva de flores que se lanzaban al aire, y un papel pequeño con los nombres de la abuela, la hija y la nieta. Pensé en este pedazo de historia de vida, de la abuela a la nieta, como si el universo estuviese hecho de infinitos pedazos como este, llenos de bondad y agradecimiento.

Yo había preparado las lecturas del domingo, aunque era sábado, pero alguien había buscado otras, y no eran las del día.

Tres lecturas que tenían que proclamar la historia de la pequeña Jonelsy, como una bendición que quedaría inextricablemente unida al nombre africano que acababan de imponerle, juntando los nombres de dos antepasados...

Me conformé con las lecturas que habían escogido y quedé maravillado, otra vez, por lo que hace el Espíritu entre los pobres.

Isaías hablaba de aquel en quien se puede poner la esperanza. Me pareció una bendición poderosa para Jonelsy, mirándola se me antojaba como una pequeña semilla, tan vulnerable, con el único empuje de la abuela Isabel, una brisa suave y fresca en el atardecer, bajo un cielo tranquilo y bello. En esta esperanza Jonelsy tiene que encontrarse, ser presencia de buena nueva de libertad y sanación para los corazones heridos. Casi nada en la bendición de un nombre.

Pensé que se nos olvidan los relatos de bendición y nuestros niños crecen sin los deseos puros de bien y bondad que nuestros antepasados nos legaron...

El salmo que dos vecinas cantaron era una invocación al cayado del pastor que sosiega y sostiene, lo estaban poniendo en manos de la pequeña, pidiendo para que nunca se suelte de él, porque solo en él se encuentra fortaleza.

Entonces la abuela y las vecinas abrieron el cielo en la tierra, con una danza de ofrecimiento en la que la pequeña Jonelsy de tan sólo unos días era introducida en el ritmo poderoso de África, como un prelúdio de las millares de danzas que ella misma hará a lo largo de su bendecida vida.

Una a otra las vecinas se pasaban  a Jonelsy, ofreciéndola a la fuente de la vida, al ritmo de un canto de resurrección. Y recordé que la historia de Dios la hacemos nosotros.

Danzaron sin descanso hasta que la abuela la puso en mis manos y yo me uní al canto, a la danza y a la alegría.

Sentí que no puede haber oscuridad que no sea vencida con la pequeña luz de una niña, aunque no lo parezca, aunque sólo se acumulen sombras y se olvide la esperanza.

Que precisamente en estos contextos de muerte y persecución, lo paremos todo, nos juntemos, no para escondernos sino para celebrar el milagro de una niña pequeña, eso es la profecía, la del hijo que se nos ha dado, y la mayor presencia del poder de Dios en la tierra, sembrado, en los vientres de nuestras madres de África, donde no lo esperan en absoluto.

Siento que las palabras susurradas al oido de Jonelsy, las de la abuela y la madre, y las de cada uno de nosotros, mientras danzamos al atardecer, cuando el sol se ha quedado sin defensas, tienen el poder del Espíritu que todo lo llena, renueva y purifica... Y una calma misericordiosa recorre mi cuerpo y mi alma...

No tengo nada más, terror del mundo, solo una hija pequeña que se nos ha dado, y te vencerá, en la oscuridad de la noche o en la llama ardiente del día.

Pe Eduardo

Mahate Pemba

Mozambique

26 de setiembre de 2022 

 


viernes, 18 de marzo de 2022

...de nuevo Pequeños

Me he visto como una madre, con su pequeño a la espalda, abriéndose camino en la espesura de calles desconocidas, en una ciudad ya lejana en la memoria.

Pero una angustia me tomaba cuenta, en la tensión de la búsqueda o quizás huyendo, no sé decirlo.

Y al dar un paso, por el camino angosto, las zarzas arañaban mi piel y ese cuerpo pequeño.

Había algún amigo en el camino que me apuntaba hacia donde seguir... Y luego, desaparecía.

Se oía el llanto, el llanto profundo de la madre que llora su hijo muerto... 

Y mi espíritu, inundado de sombras y sollozos.

Fue la nube de mi sueño.

Quizás es el miedo a lo que está sucediendo, el terror que no formulo, que se conecta quizás con lo que más dolor puede provocarme. No es lo que vendrá, es lo que hay, lo que tengo que enfrentar hoy mismo.

Y no sé si hay mañana, si acabará un día esta noche interminable, no sé si vale la pena...

Si este camino conduce a alguna parte...

Y entonces, subo contigo, para escapar a la niebla, a la cima de mis pensamientos.

La luz brilla sólo en la oscuridad. Tiene que ser el día tenebroso para que más se distinga el brillo de las blancas vestiduras... Porque si el día es claro la luz nos confunde. En las sombras, las que siempre proyectamos, nunca estamos. Son una parte del movimiento y de la vida, del tiempo y del silencio, pero nunca somos nosotros.

Y yo necesito decírmelo muchas veces, pero sobre todo cuando la luz se esconde.

Es el dolor de los pobres, el que no me deja, el que, a veces, parece estar colmando el vaso, que casi se derrama... Y a veces, no sé qué hacer con ello.

También es mi mayor miedo, que mis decisiones o acciones hayan conducido al sufrimiento a quienes se han encontrado conmigo, y a quienes veo y con los que convivo en esta etapa de mi vida. Y en el examen me lo pregunto... Que no haya llevado a nadie de estos pequeños al angosto camino por el que las zarzas hieren.

Y entonces rezo para que la gracia me proteja y no haga látigos y no azote a nadie con los jirones de mis frustraciones... Rezo para que mi vulnerabilidad no se apodere de mí y me haga perder el juicio, y no sepa a dónde voy. Rezo para no olvidar el amor que me dio razones para seguir cuando todo ya estaba perdido. Pero sobre todo rezo para que esa luz que espera a manifestarse, cuando se revele plenamente ese hijo que somos, no se tarde, y yo no me resista, para que no sea en vano mi vida, y que no me asuste si cada día algo más se quiebra de este cuerpo si entre tanto algunos calientan sus corazones y despiertan sus almas...

...Aunque mi corazón angustiado no lo vea, porque la luz confunde en los días claros, y sólo si las tinieblas son densas, esa que escapa de las grietas y de los pedazos rotos, se aparece como un milagro.

Las experiencias más duras son como cimas de transfiguración, aunque quizás nos hemos vuelto algo ciegos para los destellos del alma. Quizás no vemos más allá de la piel, demasiado ensimismada, olvidados de lo Interior y lo íntimo, de la fuente de luz inagotable... Qué puede sentir este niño pequeño?

Pero su corazón es un rayo de luz que gana brillo...

Y un día ya no habrá trozos rotos que la enturbien...

Y sentirá el poder de ser un elegido.

Por esto, solamente, creo que es verdad

que hay que hacerse de nuevo pequeños.


Mahate, 13 de marzo de 2022

Pe Eduardo 

 



 

viernes, 4 de marzo de 2022

Vendar y Abrazar...

 

Nadie lo dice, pero la pobreza es la primera causa de muerte en el mundo. Ni las epidemias ni los accidentes de tráfico... Aunque la muerte no se puede, por respeto, explicar con números.

La pobreza es una consecuencia directa de la desigualdad en un mundo que unos piensan para ellos, y en el que no caben aquellos que no tienen nada.


Anoche mi vecino abrió su discoteca después de estos meses de pandemia. Cada uno pagaba sus 8 euros de entrada y tenía derecho a tres consumiciones. Parece que se volverá normal, cada sábado noche... como el aforo puede ser de hasta 500 personas para las fiestas nocturnas, supongo que ya no hay problema... Al anochecer vi llegar muchos coches, grandes y pequeños.


A la puerta de la construcción de la iglesia unos pequeños construyen pequeños muros con la tierra húmeda, en el centro un letrero con piedrecillas, REEF, la empresa de mi vecino israelita, que ha ido asumiendo los proyectos de construcción en la provincia, con la mirada puesta en la explotación de gás natural del norte. Ese desarrollo de sangre...

Los pequeños miran a mi vecino y se quedan deslumbrados, por todo lo que tiene... Pero al final, de lo que se trata es de disfrutar al máximo la vida, sin sentir vergüenza de hacerlo al lado mismo de tanta miseria.


Ayer enterré a una madre que no faltaba ningún domingo, desde que llegó del norte a refugiarse. Hoy han muerto otras dos, porque es lo que le queda a quien ya lo ha perdido todo, esperar a morirse. A esta gente, la mayoría, los pobres, poco más les queda.


Pienso en la gran ceguera de nuestro mundo desarrollado, que pretende guiar a todo el resto del mundo. Pero lo más triste quizás sea que desde ese otro lado no se vea, o no haya, otra alternativa.


Cuando no queda nada, apenas las migajas que llegan de los donadores, al menos, son alguna cosa. ,Cómo ha de ser posible encontrar una alternativa?

Sólo espero que mi vecino no haya entrado en ese mundo oscuro de la droga y la prostitución infantil que cada vez me asusta más. No sé si tardará mucho. Rezo para que así sea.


A veces me ayuda porque dice que soy el padre y, aunque él es judío de pocas prácticas, cree que hacemos un buen trabajo. Lo de la ceguera es comprensible, para quien hace los negocios con los empresarios, es una oportunidad que no se puede perder. La clave es no ver, no mirar de cara, a la pobreza. Entonces, creyendo que la realidad no existe, todo es posible y lícito para enriquecerse.


No sé si hay algo que despierte a los ricos, quizás las calamidades naturales o la guerra, pero no lo tengo claro. Mientras el mundo siga siendo injusto, y siga creando ciegos de poder y riqueza, habrá guerra. Aquí, o en Ucrania y Rusia. Nada se alcanza con la guerra, solo la destrucción y la muerte, primero de los mas pobres. Después de todo, el verdadero problema del mundo es que nos hayamos acostumbrado a la miseria y hayamos aprendido a cerrar los ojos y no mirarla. De estas muertes, de esta guerra silenciosa, nadie o casi nadie habla.



Alguien me dice que estoy un poco amargo como el gengibre. Me gustaría, en verdad, no ver lo que veo. Hace mucho tiempo que he renunciado a las soluciones y busco sólo otra oveja, y otra, y después otra... Sólo una más. El tiempo que me reste lo seguiré haciendo, en este campo de batalla silencioso, donde pocos luchan.


No sé si Ucrania está sola como Mozambique cuando empezó ka guerra de aquí, pero sí sé que Dios sí lo está, en el pobre, que sigue muriendo en esta guerra silenciosa. Y yo sólo quiero que me deje estar a su lado y curar alguna herida, y vendar y abrazar a los pequeños como si nada más en el mundo importase, aunque solo sea unos instantes.


Hace tres dias me llamó un amigo y me dijo que tenía que viajar a España porque su mujer, una gran amiga, había tenido un infarto. Estuvo cantando con los pequeños de nuestro centro infantil en diciembre. Estaba impresionada por el contraste tan brutal, decía, de la vida de unos y otros. Al volver a España siguió en su trabajo hacia los más pobres, con la cruz roja, viendo la manera de darle vueltas a la administración para proteger a los pobres de allí, y me compartía muchos de esos esfuerzos con el solo objetivo de ayudar. Hoy san Pablo dice que el esfuerzo Dios lo  aprovecha, porque es él quien está en el campo de batalla...  Pero sobre todo habla de una muerte que será vencida.


Sólo puedo rezar agradecido porque ya has vencido, Soraya, aunque me duela, escribirlo. Y dejarte estas palabras como humilde homenaje. Supongo que no importará mucha cosa desde allí, pero sé que buscarás la manera de ayudarnos, como siempre has hecho.


Pemba, 27 de febrero de 2022 

 


viernes, 18 de febrero de 2022

Celebrar el amor y compartir...

 

Acaban de relajar las restricciones por la pandemia. El presidente, en una especie de discurso de magnanimidad, empezó a devolver normalidad a muchas de las actividades sociales, con un acento especial en aquellas que significan ocio y tiempo libre...

Parece que este tipo de actividades son las que importan...


Creo que fue la organización de Naciones Unidas ya al inicio de la pandemia que pidió a los jefes de estado africanos que no cerraran las escuelas... Consciente de la gran vulnerabilidad de los niños y niñas africanos. Pero no escucharon. Las escuelas cerraron aplicando las mismas políticas de la Europa desarrollada, en sociedades que muy poco tienen que ver. Sucedió lo mismo en otros ámbitos tan vitales como son la venta ambulante que permite sobrevivir a la mayoría de los africanos, o la atención primaria a los enfermos que se limitó apenas a los considerados graves.


Una gran cantidad de familias que sobrevivían con los panecillos que la abuela y la madre cocían para vender, o de lo que el padre o el hermano habían pescado después de una noche dura lanzando la red, se han empobrecido mucho más, y han pasado a tener que pedir ayuda a la caridad.


Muchos niños y niñas han desaparecido. A ellas, cuando sus cuerpos empiezan a verse, se las vende a familias de hombres mucho más mayores. Ellos acaban en las calles, entrando en las redes de supervivencia que se establecen en zonas tan empobrecidas y que tienen pocos límites morales...

En el contexto de una miseria cada vez más extendida y cada vez más dramática, la enfermedad pasa a ocupar el primer puesto en la vida social, como si fuese el último recurso para provocar que alguien te tenga en cuenta... La última posibilidad... Lo saben quienes multiplican las farmacias sin sentido...

En Pemba han crecido de una forma asustadora las farmacias y las gasolineras...


Las políticas de prevención de la pandemia parecen haber sido hechas para algún barrio rico de Maputo, impermeable a la verdadera realidad de Mozambique. Pero pensar esto hace mucho daño por dentro y siento que es el germen de una violencia interminable.


Cuán alejada de la realidad es la política en estos países de África depende del nivel de pobreza que haga apartar el rostro... no querer ver de cara la realidad o creer que no es la que se ve, o incluso proceder olvidando la presencia de millares de pobres que no cuentan para nada... Proceder invisibilizando social y moralmente a los últimos... Es lo único que explica sus discursos, demasiado alejados de la verdadera vida.


Es posible que sea la única forma de asumir el poder aquí sin caer en la desesperación de la impotencia. Pero entenderlo debería ser una razón para no quererlo...

En el discurso de ayer, se ha aumentado la capacidad de las clases de alumnos, de 20 a 30. Para quien no sabe que las infraestructuras de las escuelas soportan casi el centenar o incluso lo superan en casa clase... Y que para los millares de niños y niñas de África es posible que no exista otra estructura que los proteja mínimamente. Pero no parece importar a los políticos que hacen las leyes para proteger a los suyos apenas.


La distancia inmoral que siente Europa hacia los inmigrantes que se ahogan en el Mediterráneo, no es tan grande como esta ...

Qué puede explicar esto?...

Nada más debería preocupar en primer lugar. La injusticia que condena a los últimos a la inexistencia, al sufrimiento y la muerte... La base que se resquebraja y que ha servido hasta hoy al modelo de desarrollo que occidente impone. Una igualdad alcanzada al precio del aniquilamiento de aquellos que ya no caben en el tapete y tienen que ser lanzados al precipicio de la miseria, de donde ya nadie vuelve.


Esta mañana tuve que acercarme al balcón de los registros para solicitar un documento. En la entrada piden que todos los trámites de solicitud se hagan por internet. Yo he podido acceder con mi teléfono. No he pensado más, había otros esperando con su papel en mano, y la mujer que me ha atendido me ha recordado la realidad. Pienso qué fácil es escabullirse de ella... No había muchos esperando así que la solicitud online no era necesaria, pero si los hubiese, por no tenerla hecha se les dejaría para después, o para otro día... Y la mujer que me atendía decía que ese procedimiento sólo lo pone todo más difícil, para tantas personas que no saben como inscribirse y registrarse por internet... Pero necesitan esos registros para poder trabajar o incluso para los servicios más básicos de la vida.


No es únicamente que occidente se haya levantado sobre las fosas comunes en las que están enterrados los pobres, es que los países africanos no ven una alternativa a ese modelo de crecimiento. Y eso significa que hay que eliminar a quienes van quedando fuera del tapete, que se va encogiendo para poder satisfacer las nuevas necesidades innecesarias...

Pero necesitamos una medida de humanidad que sea digna... Y no es posible alcanzarla si la distancia moral que nos separa de los pobres  es cada vez mayor.

Pienso en lo que puedo ganar si mi historia se queda ligada aquí con los pobres. Qué ganaré acompañando e intentando que estas familias mías consigan hacer algo para poder disfrutar el regalo de la vida, celebrar el amor y compartir. Sólo esto. Pero creo que es todo lo que quiero.


Pemba 17 de febrero de 2022

Pe Eduardo





sábado, 12 de febrero de 2022

El poder del mal


El poder del mal

La frialdad de los funcionarios de acción social y protección de infancia me provoca estremecimientos. Por mucho que quiera comprenderlos no consigo asimilar cómo se puede vivir sabiendo que condenas a un grupo de niños al sufrimiento y probablemente a la muerte... Esa frialdad no parece humana...

Aunque sabes que este momento poscolonial no pone fáciles las cosas, porque la tentación de ejercer el poder que el sistema otorga para decidir quien vive o quien muere, quien pasa hambre y quien no..., es todavía tan fuerte, (una tan manifiesta herida no curada del colonialismo) ... cuando algo así sucede en la realidad y afecta a quienes amamos y tenemos cerca, el dolor es difícil de aceptar.

El sufrimiento injusto de los niños, no sé cómo es posible que alguien alguna vez pueda considerarlo justo, o tan solo tolerable, pero cuando sucede en casa, es difícil decir algo con sentido.

No se trata del sufrimiento de una enfermedad, ésta puedes acogerla porque forma parte de nuestra experiencia natural. Si un niño tiene quien le ame al lado, encontrará un sentido a su enfermedad y en el abrazo sentirá que duele menos. Aquí se trata del dolor de no significar nada, de no importar a nadie, el sentimiento de pánico que a veces he visto en sus ojos, por esa experiencia de profunda soledad que no soy capaz de imaginar, esa conciencia de no significar nada, para nadie...

Y esto es lo que creo que han provocado esos funcionarios, que parecen sin alma, de acción social.

Sucedió hace unos dias cuando alguien trajo una carta informando que los pequeños que habíamos acogido en las hermanas, durante este tiempo de ataques, con la madre muerta o loca, desnutridos severamente, empezarían a ser reintegrados a sus familiares... Precisamente ahora, cuando la crisis de refugiados, el hambre y la miseria, están fustigando la provincia.

Dos de ellos, Ayuba y Kanaia llegaron por recomendación de la doctora Joana, jefa de pediatria del hospital de Pemba, que solía llamarme cuando tenía un niño en riesgo. Pero los de acción social me dijeron que no saben quien es esa doctora.

Al parecer lo que faltó fue el protocolo de avisarles y pedirles permiso o incluso esperar de ellos la decisión de acogerlos... Y uno siente que esa carta es como una especie de venganza y no puede no preguntarse, entonces, ¿qué significan estos niños?, O si Importa algo su vida... Algunas de sus familias podrán hacer algún esfuerzo, y quizás acaben ayudando a los pequeños a olvidar la experiencia que han tenido hasta ahora y les ha hecho sonreír. Pero los padres que perdieron a sus esposas y nos confiaron sus pequeños lloraban, porque no saben cómo harán ahora...

He intentado comprender esto. Los más ancianos de nuestra comunidad piensan que alguien está por detrás provocando a los de acción social por algún problema con las hermanas. Les pregunté si estos niños estarán mejor en sus realidades familiares y si acción social va a garantizar eso. Me dicen que yo puedo garantizar eso, con ellos, que no deje de ayudarles en sus famílias. Pero les digo que no, (aunque luego veré), porque yo ayudo a las personas cuando puedo, y esos niños están conmigo para asegurarme de que reciben lo necesario y eso no sucede cuando están con sus familias, porque todas ellas tienen demasiadas bocas que alimentar.

Y les hablo de Kanaia que internou tres veces con desnutrición, aunque su abuela recibía leche y aquellas galletas... Y ahora Kanaia corre y ríe feliz.

Pero no quieren escuchar. No les importan los niños. Y no sé si les importarán los suyos, si los tienen. Sólo les importa la ley, aunque no entiendan su espíritu.

Puede ser que no sea tan dramático, que esa indiferencia al final nos impregna a todos, porque necesitamos anestesiarnos del dolor... Pero entonces, qué razón puede haber para seguir viviendo? Por supuesto, esa es una pregunta que no se hacen los indiferentes.

No me quedo quieto. Busco la respuesta y grito, busco una grieta que la palabra pueda quebrar en algún corazón todavía vivo. Llamé a los directivos, solicité audiencias... Puede ser que alguien sienta...

Pasados unos días vienen a verme, los de acción social. El director adjunto y la técnico de infancia. Y parece que algo ha cambiado, pero sólo lo parece. Por detrás está el dinero, y mucho, que está recibiendo el gobierno para la protección de la infancia, especialmente aqui en Cabo Delgado, con esta crisis de refugiados. Pero aunque lo intuía, lo he sabido tarde.

Nos dijeron que todos los menores acogidos por las hermanas tenían que volver con sus familias, las que fuesen... También las más mayores, las que llevan ya años con las hermanas y sus familias nunca han dado señales de vida o simplemente son muy conscientes de que sus sobrinas o nietas están muy bien con las hermanas y protegidas de uniones prematuras...

Y ahora parecía que se estaban echando atrás, porque al sentarnos a hablar, antes de otra cosa, me comunican que hubo un malentendido y que las jóvenes que están con las hermanas, las aspirantes, pueden seguir con ellas... Pero no los pequeños...

Y entonces empiezo a sospechar que viene algo después, y espero.

El hogar de la fundación Esperanza ha cerrado, después de varios años de lidar con los mismos de acción social... El año pasado se llevaron a todos los niños que llevaban años en la fundación con la historia de la reintegración... Parece que no entienden que a veces no hay donde reintegrar, o que para integrar a un niño sería deseable que hubiese unos padres, una família mínimamente organizada... Lo que para estos pequeños nuestros no sucede. Las responsables del hogar de la fundación, hartas ya, cierran la puerta y exigen a acción social que saque a los últimos cinco niños que quedaban. Pero resulta que en Pemba ya no existe otro centro de acogida... Y entonces vienen a pedirme que acoja a estos cinco, que son refugiados de guerra... Justo cuando las hermanas ya han arrojado la toalla y no quieren continuar. Les pregunto si van en serio o lo dicen de broma... Y les recomiendo que intenten hablar con ellas y convencerlas, porque son ellas las que asumen este compromiso.

Un juego de poder, una manipulación tras otra, ahora para sacarles del apuro con cinco niños... Ayer no teníamos ninguna autorización para los pequeños acogidos y hoy nos las dan todas...

Las hermanas y yo decidimos hablar todo esto antes de dar una respuesta, pero el hogar cierra el lunes y hoy es viernes y no tienen donde dejarlos. Es posible tener tanta cara dura.

Las hermanas van y vienen en sus razones, si pueden ayudar lo harán, yo más diablo viejo, lo veo venir... Pero habrá que esperar... Al final decidimos acoger a tres de los cinco, los mas pequeños.

Ya han pasado dos semanas y los de acción social no han venido a por los pequeños, para la reintegración familiar, y ahora hay tres más, pero no tenemos camas ni condiciones. Las hermanas han entregado a Xabir y a Estela, creyendo que sus familias, quizás,  conseguirán cuidarlos un poco.

De la fundación me dicen que los de acción social los han utilizado de todas las maneras, obligándolos a acoger sólo a los que ellos permitían, pero sin que ninguna ayuda real llegase a ellos. Son muchos los fondos para la infancia refugiada que han llegado a Pemba, y las únicas casas con niños de acogida no han visto nada.

Supongo que dejarán enfriar el asunto con nuestros pequeños y no se atreverán a llevarlos ahora. No quiero pensar qué estará pasando la pequeña Estela, si su tia no la ha vendido a algún hombre por poco dinero, y menos mal que Kanaia todavía está con nosotros...


Cuánto vale un niño aquí, qué importancia tiene, cuando la vida es un desafío que nadie quiere pasar, porque de hecho, para la gran mayoría, vivir es morir poco a poco.

Yo sólo sé cómo me ha cambiado la vida mi amistad con los pobres y los pequeños, y cómo se siente tan diferente cuando la injusticia la sufre quien te importa... Y no es sólo un proyecto humanitario.

Pero hacer que te importe la gente debe ser el gran trabajo de la vida, además de que con seguridad es lo que hace que merezca la pena.

Las hermanas benedictinas de la misión han descubierto su vocación con estos pequeños... Tiene demasiado valor esto para perderlo. Necesitan levantar su casa y un hogar para estos niños, son las tres que están aquí conmigo hijas de la vecina Tanzania, y no han tenido ni tienen una vida fácil. Talvez por eso tenga más valor que incluso así acojan a los pequeños.

Se me ocurre hoy que nuestro seguimiento del evangelio y de Cristo no es para llenar las barcas de peces, sino para que salvemos en ellas a todas las personas que podamos... Aunque la barca no sea muy buena.

Un abrazo desde la misión

Pe Eduardo 

 


 

martes, 1 de febrero de 2022

La Incertidumbre

 

La incertidumbre

Muchas cosas se han movido en mí en las últimas semanas, desde que en las vísperas de año nuevo enfermé de covid, y desde que, después de haber pasado lo que debe ser un cuadro leve, empiezo a sentir que vuelvo a ser el de antes. Pero hasta ayer, tras dos semanas largas, en algunos momentos de cada dia me faltaba el aire...

Supongo que no será otra cosa que darse de bruces con esa indigencia y esa finitud que al acercarse el final de la vida se levantan cada día un poco más en el horizonte de la existencia.


Respirar o no, no es algo ante lo que puedas permanecer indiferente. Porque del soplo soy creado... Y hay quizás una memoria de esta certeza cada vez que respiramos.

Si algo puede tocar la hondura de nuestro ser y herirlo, es lo que ponga en riesgo respirar, lo que amenace este movimiento inconsciente que da por sentada la gracia de vivir una existencia.


Si el momento de morir es dejar de respirar, hay aquí algo que nos pone en juego radicalmente. Es el vacío, la nada, lo que parece poder describirlo. La terrible amenaza de la oscuridad que Teresa de Lisieux tanto temía en su tragedia mística.

La asfixia de no poder respirar también describe el infierno de relaciones que a veces creamos con el único objeto de destruir... Y quizás, este mundo tan herido, nos esté gritando también su angustia por no poder respirar.


En esta situación extrema acabo reconociendo el poder del mal, no tanto en su sentencia o condena sino mucho más en su incertidumbre. Y me parece que al final es una prueba de fe. Esa situación dramática que la escena de Pedro al caminar sobre las aguas, hacia Jesús, tan bien refleja. La duda que hunde en el abismo porque mina la confianza, porque consume la esperanza.

Es aquí, en este límite, donde experimentas el desamparo, la lejanía de quienes podrían encender confianza, y si te encuentras, como es mi caso, en una periferia del mundo, en un contexto de tanta vulnerabilidad, entonces creer es la única pobre opción que no te conduzca a la locura... Es la única posibilidad del náufrago en alta mar, que el brazo de Dios te salve.


En algunos momentos de la noche, con la opresión en el pecho, rezar, aún sin saberlo, fue mi única salida... Y me asusta pensar cómo pueden atravesar esos valles oscuros quienes no tienen fe.

Es bien posible que hayamos hecho un mundo que nos aleje de lo esencial, que nos esté manteniendo en la superfície de todo, y que nos esté haciendo olvidar lo que importa y está dentro... Debe ser cierto que el huir del sufrimiento nos está cobrando un alto precio.

Alguien me decía al empezar la pandemia, desde occidente, que ahora no hay otra que vivir lo que todos los días vivimos en África.

Esa amenaza de la finitud, del no poder respirar... Ese grito de la raza negra, tras los abusos racistas de los Estados Unidos... Ese gemido sofocado, por intranscendente, que es el pan del hambre de cada día... Encontrarse de repente sin poder ir a un hospital, sin medicina que cure, o sin que tus seres queridos te puedan acompañar, verte a ti mismo muriendo sin contar para nadie, sentirte un número más, un problema más, y perder cualquier razón para seguir esperando.

A mí, si algo ha hecho más leve esta carga, ha sido el pensar que vivo en la misma impotencia de los pobres, y que haberlo escogido llena de sentido mi vida.

Y sin embargo, cómo es posible entender mejor ahora, lo que tantas personas han tenido que pasar...

Este mes de enero hizo tres años que murió un amigo sacerdote, de cancer de pulmón. Le acompañé unos meses antes de volver a su tierra a morir. Me decía que la dificultad de respirar le hacía pensar a menudo en el sufrimiento de Jesús en la Cruz... Y eso le daba una comprensión más verdadera, más cercana a todos los que compartían su estado de salud. Sufrir es, al fin y al cabo, la oportunidad de una mayor solidaridad con la humanidad. Talvez sea el antídoto a una humanidad sin corazón.

El conocimiento que da el sufrir o el haber sufrido es la medida de nuestra humanidad, es la compasión, la razón por la que un Dios habría querido hacerse humano.

Hoy ya respiro mejor. Se ha ido aquella presión sobre mi pecho, siento como el aire me penetra hasta lo más hondo, y parece que reconozco cada trecho de su camino, hasta que toca el fondo y vuelve... Y sólo puedo admirarme por esta conciencia...

Porqué has dudado? Me parece oir, a veces, si la angustia me tienta... Mientras me saca del abismo. Pero sé que no es posible no dudar, sin renunciar a sentir el verdadero valor de uno mismo, sin quedarse en un maltrecho callejón con miedo a perderse.

Y esta experiencia leve, sin aquellas aristas del drama, en la caverna interior, ha resultado en  este otro juego de mi vida, y en la lección que ahora aprendo.

Me sentí apabullado y enfrentado a la experiencia de la vida, ante la que no puedes escatimar nada. En una especie de juego del todo o nada. Como el dia en que nos dijeron que los terroristas estaban muy cerca de Pemba, y era huir o ir a por todas... Aunque se trata de cosas bien diferentes. Decidir cómo vivir las experiencias límites de la enfermedad o el mal, se convierte en poner en juego tu humanidad y la medida que has alcanzado en ella, tu grandeza y tu miseria, tu integridad o tu corrupción. Y por eso es tan íntimo, de las cosas más sagradas que pueden vivirse, porque estás radicalmente solo ante Dios y ante la nada.

Y esta radicalidad sí que todo lo vuelve diferente.

Cuando llegamos a una realidad de misión que te desafía por los cuatro costados, al pasar los años acabas descubriendo que el secreto está en respirar el mismo aire, el mismo sol y sentir cada día un poco más los mismos sentimientos, el lenguaje que en verdad te ayuda a comprender a Dios... Necesitas permanecer abierto, sin máscaras, para respirar... Espero con toda mi alma que no nos acostumbremos a vivir con máscaras, sin respirar completamente, pero también sin tocarnos, sin abrazarnos o besarnos... Que no sea demasiado tarde para volver a vivir con pasión los encuentros y la amistad, que la distancia que el covid nos ha obligado a imponer no se vuelva la garantía de lo que preserva la vida... Que no nos hayamos habituado a lo muerto, sin remedio...

Al terminar estas lineas siento con profundidad el dolor de quienes han muerto en el aislamiento, sin poder respirar y sin que un ser querido haya podido estar al lado, abrazarlo, llenarlo de amor...

No es posible un Dios sin respirarlo... Siento que hay una muerte de Dios, en todo esto, que la sombra del mal se extiende, y parece ganar terreno cada dia a quienes no se cansan de sembrar esperanza...

Cuán cerca esté de nosotros, es algo que, siento, tendremos que vencer cada día...

Pero también es verdad que por más profunda que sea su herida,

más intenso será el amor que venda y cura.

Pe Eduardo

25 de enero de 2022