martes, 26 de diciembre de 2023

Su Gracia y Consuelo

 

Hoy he recordado intensamente el día de mi ordenación, a mi difunto padre que estaba allí, a mi obispo que me ordenó y que también descansa en el Señor, y también he hablado largo rato con mi madre, ya resignada a mi ausencia misionera, y fuente inagotable de oración y confirmación en todos estos años de ministerio sacerdotal misionero.

Desde esta mañana, he acogido los deseos y oraciones de tantos amigos, familiares y compañeros sacerdotes y misioneros. En silencio, como siempre hago, porque no encuentro las palabras para corresponder a los sentimientos recibidos.

Aprendí de mi obispo, Don Elías, que levantar la patena eucarística implica un gesto valiente para levantar el dolor del mundo, y que al hacerlo, en este misterio sacerdotal de consagración, mucho dolor se transforma, disminuye o incluso desaparece... Esta cercanía a los que sufren ha sido uno de los aspectos más identificadores de mi ministerio, que hoy veo con gran humildad, porque en verdad, nada es mérito nuestro, sino la pobreza que tenemos en nuestras manos.



Espero seguir viviendo esta convicción mientras Dios me lo conceda en la diócesis de Pemba, donde he encontrado no sólo una misión, sino también una familia.

Os agradezco todos vuestros deseos y oraciones y pongo también vuestras vidas y misiones en la patena de la Eucaristía, pidiendo al Dios de la misericordia que nunca deje de haceros sentir su gracia y consuelo.

Muchas gracias.