lunes, 20 de octubre de 2025

Del Agua y del Espíritu...

 

Hoy hemos celebrado 159 primeras comuniones.

Como te decía es otra prueba de la respuesta de este pueblo ante la

 amenaza terrorista, la miseria y tantas razones para no tener

 esperanza. Ante la violencia, un gesto de fe en la fraternidad, la

 amistad y la vida. Ante la dureza de la vida, una danza de gratitud y

 belleza que es un testimonio del verdadero valor de la humanidad.

 Ante un horizonte siniestro, la entrega confiada a Dios que da a la

 vida su razón de ser...

Hoy, muchos han hecho un gran esfuerzo para traer a la iglesia unos boniatos o un paquete de espaguetis, un refresco o un repollo... dones que además han venido envueltos en papel de regalo... una gran belleza por fuera y un tesoro por dentro, sólo para quien es capaz de verlo y de dejarse sobrecoger.
Algunos no han podido traer nada y nos han dado sus manos para bendecirlas. He sentido que una esperanza eterna se ha sembrado hoy donde todo parece condenado.

Hace ya trece años, cuando  llegué aquí a Mahate y a la misión de Cabo Delgado, empecé a trabajar con la pequeña comunidad de no más de 50 personas que estaban en el barrio. Hoy aquel pequeño grupo se ha convertido en siete comunidades, que lejos de amedrentarse o sucumbir, se levantan una y otra vez, resisten y sobreviven, porque consiguen reconocer lo importante de la vida
y son capaces de llenarlo de belleza y alegría.

 Cada día tengo que celebrar una muerte injusta y cada día nace más esperanza... cada día siento la llamada a la conversión de mis argumentos tan bien construidos,  tan realistas y desesperanzados..., entonces me voy a bendecir al último pequeño que ha nacido  y contemplo aquel portal de nuevo, donde nació la fuente de la esperanza  y sólo consigo quedarme callado, acoger cada retazo de vida y celebrar que todo depende de esta mirada sagrada y que el verdadero desafío es no perderla.

Después de todos estos años algo que no sé describir me ata irremediablemente
y llena de sentido todo lo que hago y vivo.

Es una comunión que surge de haber nacido del água y del espíritu...,
 que se ha revelado en la misión a lo largo de los encuentros, la vida compartida y el amor.
Y hay algo de tan profundo en ella que hace sitio también al dolor y a la cruz, pero los supera al ponerlos en su sitio, de cara a la plenitud de bien que cumplirá los tiempos...

Eso es lo que vivo como una alianza que no puedo romper, sin que al hacerlo yo mismo deje de ser, tan sencilla como preparar un vaso de leche a Yuma, que ha vuelto a tener su crisis mental y lo rompe todo por donde va menos cuando está conmigo. O como hacer el desayuno para todos los pequeños que crecen en nuestra escuela infantil, intentar que las famílias que llegan sin nada
y las que se mantienen con muy poco puedan tener algo más.

 En nuestra iglesia los niños y los jóvenes necesitan oír palabras de luz y esperanza y por eso siguen adelante, resisten y avanzan. Cuando las malas noticias llegan, es entonces cuando es más necesaria la buena nueva y entonces siento que soy portador de esa pequeña luz
y que si se me apaga dejaré de tener sentido.

La misión está llena de pequeñas llamas que se pueden mantener vivas. Hacerlo depende del compromiso humilde y a fondo perdido, que se renueva cada día y te hace vivir con gratitud.

Sin el latido sentido del Espíritu, no es posible vivir en la misión,
sin que te cobre un precio imposible de pagar.
Pero con el Espíritu, poco a poco, lo que en verdad importa se vuelve en lo único necesario.

A todos los que de un modo u otro hacéis posible que esta misión siga adelante,
que Dios os bendiga siempre.

Pe Eduardo

Paróquia Sao Carlos Lwanga de Mahate, Pemba,  Cabo Delgado.

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